Síntesis Financiera precisa que las reservas en divisas alcanzan solamente a 1,3 millardos de dólares, equivalentes al 12% de las reservas totales. Hace 14 años, la tenencia de divisas sumaba 7 millardos de dólares y representaba el 65% del total de las reservas
Víctor Salmerón
@vsalmeron
Las reservas internacionales, el tanque de dólares que administra el Banco Central de Venezuela y que permite importar, pagar deuda, cubrir contingencias y ayudar a la estabilidad del tipo de cambio, se ubicaron el 3 de noviembre en 11 mil 009 millones de dólares, magnitud que se traduce en un declive de 32% en el año y en el nivel más bajo en catorce años.
En su último informe, la firma Síntesis Financiera desnuda la fragilidad de este monto: “Viene al caso recapitular que la significación de la cifra es muy diferente en la actualidad. En 2002, esos 11 millardos de dólares en reservas cubrían 13 meses de importaciones. Hoy día cubren apenas cuatro meses, pues dependemos más de las importaciones ante la caída de la producción interna y las importaciones están infladas por las distorsiones que se originan en el régimen cambiario”.
Un aspecto clave es la composición de las reservas, es decir, cuánto del monto corresponde a divisas que pueden ser utilizadas de inmediato para importar o pagar deuda y cuánto está colocado en barras de oro, en el Fondo Monetario Internacional o en distintas categorías de bonos.
“La composición de las reservas también es muy distinta hoy a lo que era en 2002. En la actualidad, las reservas en divisas alcanzan solamente a 1,3 millardos de dólares, equivalentes al 12% de las reservas totales. Hace 14 años, la tenencia de divisas sumaba 7 millardos de dólares y representaba el 65% del total de las reservas”, dice Síntesis Financiera.
El país sufre un fuerte déficit de dólares que se traduce en empresas que no pueden importar las materias primas que requieren para producir, escasez de alimentos, medicinas y contracción de las inversiones.
Venezuela se ha quedado sin suficientes divisas para cubrir sus importaciones tras la caída de los precios del petróleo, producto que provee 96 de cada 100 dólares que ingresan al país, no haber ahorrado durante los tiempos en que la cotización del barril desafió la ley de la gravedad, multiplicar su deuda por cuatro en doce años e invertir recursos en proyectos que no son capaces de exportar.
Sin ahorros
El 28 de septiembre de 1999, Hugo Chávez, entonces presidente de la República, prometió en cadena de radio y televisión que su gobierno no sucumbiría al deslumbramiento de la riqueza petrolera:
“Así que aquí se han gastado… ¡cuántos miles de millones de dólares! Dios mío, da tristeza. ¡Cuánto se perdió aquí en estos últimos cuarenta años, producto de los gobiernos del Pacto de Punto Fijo! Nosotros, comenzando el gobierno, recuerden, hicimos una modificación de la ley del Fondo de Estabilización Macroeconómica, que ese Fondo es una alcancía, es un mecanismo para ahorrar, pero nunca, ahí no había caído nunca ni una gota de agua”.
Hugo Chávez se refería al Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM), que como bien explicó, es la alcancía que tiene el país para enfrentar eventuales fluctuaciones del precio del petróleo, pero en la práctica condujo un gobierno que hizo todo lo contrario a lo prometido ese día. La balanza de pagos del Banco Central de Venezuela registra que, gracias a un fastuoso boom petrolero que comienza en 2004 y finaliza en 2014, las arcas de la República recibieron 746 millardos de dólares y de ese monto, prácticamente no se ahorró nada.
El mismo Banco Central indica que el Fondo de Estabilización sólo posee 3 millones de dólares, una cantidad ínfima, irrisoria, que contrasta con lo ahorrado por el resto de los países petroleros. Datos del Sovereign Wealth Fund Institute, por ejemplo, indican que al cierre de diciembre de 2015 el fondo de estabilización de Noruega contaba con 824 millardos de dólares, el de Arabia Saudita con 668 millardos, el de Qatar con 256 millardos, el de Libia con 66 millardos, el de Irán con 62 millardos y el de Trinidad y Tobago con 5 millardos.
El despilfarro
El 30 de agosto de 2005 el gobierno creó el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden), una estructura que recibió un generoso chorro de petrodólares proveniente de PDVSA y del Banco Central de Venezuela, con el fin de impulsar “la transformación del sistema económico, en función de la transición al socialismo bolivariano, trascendiendo el modelo rentista petrolero capitalista hacia el modelo económico productivo socialista, basado en el desarrollo de las fuerzas productivas”.
La Memoria y Cuenta del Ministerio de Finanzas correspondiente a 2014 precisa que, para alcanzar sus objetivos, el Fonden desembolsó 103 millardos de dólares para financiar 419 proyectos y además comprometió otros 67 mil 309 millones de dólares que debían fluir paulatinamente para otros 348 proyectos en ejecución. En total se trata de 170 millardos de dólares, una cifra que duplica al ingreso proveniente de las exportaciones petroleras en 2013, año en que el barril se cotizó a un precio promedio de 99 dólares.
La muestra palpable de que los proyectos financiados por el Fonden no han contribuido a diversificar la economía es que las exportaciones no petroleras se ubican en niveles ínfimos. La balanza de pagos del BCV registra que durante los tres primeros trimestres de 2015 las exportaciones no asociadas al petróleo sumaron 1.694 millones de dólares, una magnitud que es menos de la mitad de lo obtenido durante el mismo lapso en 2003, año en que por razones políticas, las empresas privadas paralizaron sus actividades.
La deuda
Las estadísticas del Banco Central de Venezuela registran que entre el tercer trimestre de 2004 y el tercer trimestre de 2015 la deuda en dólares se cuadruplicó y aumentó desde 27 mil 053 millones hasta 120 mil 204 millones. Los recursos provenientes de este endeudamiento no permitieron mejorar la infraestructura o ayudar a diversificar la economía, y en este momento impactan fuertemente las finanzas públicas.
Un documento firmado por un grupo de destacados economistas y difundido esta semana señala: “La República y PDVSA iniciaron el año 2016 con la perspectiva de tener que pagar a los acreedores externos cerca de 18 millardos de dólares por amortización e intereses de la deuda externa acumulada en los años de la bonanza, una cifra que para el momento representaba algo más del 60% de los ingresos petroleros externos del país. Conjugando acciones desesperadas de ventas de activos, operaciones de pignoración de oro, adelanto de cuentas por cobrar en dólares (con enormes descuentos), negociaciones bilaterales de ciertas obligaciones, y atrasos de cuentas por pagar, Venezuela ha podido cumplir con los acreedores externos, pero un fundado temor se posa en esos mercados que se preguntan cuánto más puede el país aguantar”.
Informacion de quintodia.net