Nicolás trabajó para el gobierno de Florencia. Realizó importantes misiones diplomáticas pero con el cambio de régimen, fue acusado de conspiración, encarcelado y torturado.
Noel Álvarez*
Historiadores sostienen que Nicolás era un “hombre derrotado, herido, desconsolado”. Entre noviembre y diciembre de 1512, perdió su trabajo, su posición social, su prestigio y sobre todo la posibilidad de practicar su verdadera vocación: la actividad política. En su propia vida fracasó como hombre de negocios. Recluido en la soledad de su casa de campo, tocando piano y disfrutando la música medieval profana centrada en los intereses humanos, sobre todo en el amor, la guerra y la naturaleza escribió El príncipe.
Maurizio Viroli, catedrático en la Universidad de Lucarno, quien escribió sobre la evolución del lenguaje político y en su estudio sobre Nicolás Maquiavelo encontró a un pensador “humano, contradictorio, enigmático en muchos aspectos, mujeriego y aficionado a la juerga, bromista, muy amigo de sus amigos, pero dotado por encima de todo de dos pasiones dominantes: la política y la literatura”. Él quería que los Medici hicieran algo importante por Italia. Deseaba que hiciesen lo que le parecía necesario y urgente. El Príncipe no es la obra de un adulador sino de un hombre que amaba su país más que a su alma y quería que este fuera libre. Por esa razón buscaba en el contexto político de su tiempo agentes políticos que pudiesen alcanzar lo que necesitaba…”, dice Viroli.
Nicolás trabajó para el gobierno de Florencia. Realizó importantes misiones diplomáticas pero con el cambio de régimen, fue acusado de conspiración, encarcelado y torturado. Criticaba la forma de hacer política de los Medici y la filosofía política humanista basada en Cicerón. En el caso de los Medici, criticaba la política del amiguismo y del patronazgo, así como la práctica de repartir favores, dar dinero a los amigos, ayudarles con donativos, echarles una mano cuando tenían problemas con la ley y conceder distinciones públicas a cambio de lealtades. Maquiavelo sabía que a través de esos métodos los Medici habían conseguido gobernar Florencia durante sesenta años. Era una tiranía despiadada sin respeto por los derechos humanos.
La forma de practicar la política de los Medici era caprichosa, mezquina e indigna, y resultaba totalmente incapaz de afrontar los problemas de Italia. Maquiavelo también criticaba la tradición humanista y particularmente la ciceroniana. Criticaba el principio humanista que dice: “si un príncipe quiere preservar su Estado y la gloria, no debe violar los principios de la honestidad”. Luego expresa: “si un príncipe sigue en todas las circunstancias el principio de la honestidad no conservará su Estado ni obtendrá la gloria: al contrario, perderá su Estado y será olvidado o culpado por sus acciones”.
Poco antes de morir, dijo: “si no tienes un ejército, te puede invadir una potencia enemiga. Eso es una pérdida de libertad y dignidad”. Un buen ejército, es un ejército compuesto de ciudadanos. Un ejército mercenario no es adecuado para defender la libertad y la dignidad”. El pensador florentino también señaló que un buen ejército debe estar compuesto de soldados y capitanes temerosos de Dios, porque solo eso hace que el juramento sea significativo. Sino, el juramento ante Dios es irrelevante, y quienes lo hacen no pueden ser buenos soldados. Los soldados deben obedecer las leyes de la república y respetar las normas de la guerra. Un ejército ciudadano debe ser capaz de luchar con valentía, pero también ha de resultar fiable desde un punto de vista político.
*Coordinador Nacional de IPP-Gente
@alvareznv
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